Migrante venezolana desalojada en Bogotá: “Mucha gente se va a quedar en la calle"
Rosángela Amundaraín es una de los 127 migrantes venezolanos que fueron desalojados este martes de un campamento temporal humanitario en Bogotá.
Rosángela Amundaraín es una de los 127 migrantes venezolanos que se encuentran desde el pasado 13 de noviembre en un campamento temporal humanitario adecuado por la Alcaldía de Bogotá en el hogar de paso El Camino, ubicado al occidente de la ciudad.
Ella lamenta la clausura del sitio, que se ejecutará este martes, y asevera que la única ayuda que piden en Colombia es permisos para permanecer en el país y oportunidades de trabajo.
“Hay mucha gente que se va a quedar en la calle mañana (...) incluso con niños que no saben qué van a hacer”, informó Amundaraín.
La vida de Amundaraín en la capital colombiana ha transcurrido entre carpas, y critica tanto el cierre del campamento como el trato que han recibido en él. Sus quejas más enérgicas se enfocan en la calidad de los alimentos, ya que aseguró que había algunos vencidos y afirma que a muchos de sus compañeros les espera la calle una vez se complete el desalojo.
“De comida nos daban una lata, un jugo, unas papitas, y la mayoría de las veces venían vencidos. Tenemos videos que muestran que no estamos diciendo mentiras”, afirmó la migrante a la Agencia Anadolu.
foto: Colprensa
La migrante añadió que el campamento se inundaba y que hubo episodios de enfermedades en niños y adultos mayores. Afirma que se sentía mejor al lado del Terminal de Transporte de Bogotá, donde se encontraba con otros migrantes, antes de ser dirigida al campamento, donde los alimentos y las donaciones llegaban de forma directa y sin intermediarios.
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“Nos tenían en condiciones críticas porque cada que llueve el campamento se inunda. Salieron muchos niños enfermos, personas adultas y las colaboraciones no llegaban”, sostuvo la migrante venezolana.
Hace dos semanas, Rosángela consiguió trabajo en un restaurante, a donde llegó por medio de una amiga. Allí trabaja en las tardes, y espera que con el dinero que gane pueda arrendar desde este martes un sitio donde vivir, junto con otros migrantes del campamento.
foto: Colprensa
No obstante, asegura que la posibilidad de tener un lugar donde dormir no la van a tener todos los venezolanos que se encuentran en el campamento. “Los están sacando sin darles la oportunidad de un mejor porvenir. Nos ofrecieron una ayuda para sacarnos de allá, meternos aquí y luego sacarnos”, detalló Amundaraín.
La historia detrás de su migración incluye el cierre de la empresa en la que trabajaba, por lo que perdió su empleo y se vio obligada a migrar para buscar un sustento en Colombia para ella y sus dos hijos, quienes aguardan en Venezuela su llamado para llegar también a Bogotá, cuando logre estabilizarse económicamente. “Mis hijos siguen en Venezuela, les hablo a diario por WhatsApp y se encuentran bien, pero sobreviviendo a la agonía que se vive allí”, detalló.
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Amundaraín llegó a Bogotá luego de completar un viaje desde la localidad de San Félix, en el estado de Bolívar, ubicado al nororiente de Venezuela, que incluyó paradas en las poblaciones de su país de San Cristóbal y San Antonio de Táchira. Los desplazamientos en su país los completó mediante buses y tractomulas.
Al llegar a la ciudad colombiana de Cúcuta, y debido a su escasez de dinero, decidió caminar hasta el municipio colombiano de Málaga, en el departamento de Santander. El recorrido, de más de 180 kilómetros, lo completó en tres días. Desde allí recibió ayudas de camiones que la transportaron hasta su destino final: Bogotá.
Amundaraín llegó a la capital colombiana hace cuatro meses. Su primer hogar fue al costado de la Terminal de Transporte, donde vivió durante dos meses, hasta que la Alcaldía decidió trasladarla a El Camino.
Este martes la vida migrante de Amundaraín se separará de la de otros 126 migrantes, entre los que se encuentran 31 niños, quienes, como ella, trazarán nuevos planes.
foto: Colprensa
Su futuro luce menos sombrío con un trabajo y la posibilidad de arrendar una vivienda, un panorama que no comparte con algunos de los otros migrantes, quienes tendrán que buscar un nuevo sitio para vivir en Bogotá o en Cúcuta, a donde asegura que se irán algunos de los residentes del campamento.
La secretaria de Integración Social de Bogotá, Cristina Vélez, afirmó que los migrantes sabían que el campamento “era una medida transitoria y temporal que iba hasta el 15 de enero”.
“De hecho el distrito desde ese momento acompañó a las familias a pensar qué querían hacer (…) En las últimas semanas hemos ofrecido el servicio de mudanza y de transporte dentro de Bogotá y el servicio de transporte hacia frontera a algunas personas que quieren regresar a su país natal”, sostuvo Vélez en declaraciones a la prensa.
Vélez resaltó que la atención social de la Alcaldía a los migrantes sigue abierta. “Tenemos un albergue transitorio de tres días para aquellas personas que acaban de llegar a Bogotá, y vamos a seguir siendo una ciudad de puertas abiertas, que de hecho ha acogido más de 143.000 migrantes”, aseveró.
La funcionaria recalcó que el carácter transitorio del campamento se debe a que no “es un espacio adecuado para el largo plazo para una persona y porque había un compromiso con los vecinos de la zona”.
Vélez aseveró que la Alcaldía ofrece cupos en colegios y jardines para los migrantes y que el distrito ha generado espacios específicos para el migrante, como el Centro Integral de Atención al Migrante y el SuperCADE Móvil Social para comunidad venezolana.
El desalojo del campamento se llevará a cabo desde este martes a las 6:00 a.m. y contará con la presencia de la Policía.