"La Madame" cobraba en dólares y se quedaba con el triple de lo que pagaba a "sus chicas"
La Jueza que mandó a Liliana Campos a la cárcel determinó que, como lo señala la Fiscalía, ella subyugaba a las mujeres que trabajan en su red.
La prostitución en Colombia es un oficio de libre escogencia y no está penalizado por la ley, pero sí es un delito cuando se realiza con fines de explotación. Así lo explicó en una audiencia de más de seis horas la Jueza Segunda Penal Ambulante de Cartagena al ordenar cárcel para Lilian del Carmen Campos Puello, alias ‘La Madame’.
En el caso de ‘La Madame’, según determinó la jueza al conocer las pruebas que presentó la Fiscalía, se evidencia que la mujer tenía subyugadas a varias mujeres que controlaba en dos residencias en los barrios Manga y Crespo.
(Le puede interesar: Jueza ordena cárcel a alias "La Madame" por liderar red de prostitución)
Esas casas hacían las veces de ‘centros de acopios’ de las chichas que se prostituían, porque hasta esos lugares llegaban personas que las transportaban hasta los lugares donde se hacían las rumbas y luego, en algunos casos, las regresaban o ellas se iban con los clientes.
De hecho, la Fiscalía mostró pruebas de cómo era el acuerdo para el pago por los servicios de las mujeres que habitaban las casas de ‘La Madame’: el cobro lo hacía Campos por anticipado en dólares y ella les pagaba a las chichas la suma de $500.000 por tres horas de servicio o más de acuerdo a lo que concretaran, mientras que ella se quedaba con casi el triple de lo que les entregaba a las mujeres que se prostituían.
Además, quedó claro que Campos sí les daba instrucciones a la chichas que hacían parte de su grupo de cómo debían actuar en los bacanales que organizaba en Cartagena, como de los servicios que prestaban en Panamá, México, Bahamas y Miami.
Por ejemplo, según relató la jueza, les indicaba que en Panamá debían pasar sin temor por todos los filtros del aeropuerto y que si eran increpadas por las autoridades actuaran con naturalidad y dijeran que eran universitarias y que asistirían a algún congreso.
En este sentido, precisó la Jueza, quedó evidenciado que sí había una red porque de un lado Campos Puello tenía a las chichas a las que alojaba en sus casas y del otro a los turistas a los que les ofrecía los servicios de prostitución.
----------------------------
La red de ‘La Madame’
Alrededor de la prostitución, ‘La Madame’ había conformado una red en la que participaban desde familiares y allegados hasta abogados en México y Miami.
Según se conoció en las audiencias, David Robles, quien sería su marido, trabajaba en las fiestas que organizaba su mujer en yates o en casas del Centro Histórico distribuyendo licor y, al parecer, droga.
También trabajaban con ella un sobrino suyo que habría llegado recientemente de Estados Unidos y un dominicano conocido como Willy. Este último hacía las veces de traductor en las conversaciones entre las mujeres y sus clientes. De él las chicas que dieron su testimonio a la Fiscalía hablan como la persona que siempre las acompaña y que les daba un trato amable.
La otra pieza de la red estaba en el exterior. Allá tenía contactados a abogados en México y Miami, porque son los lugares en los que más vigilan la prostitución, por las restricciones legales que tiene ejercer ese oficio en esos países.
----------------------------
Los 140 dólares de la discordia
La génesis de las investigaciones que hoy tienen a Liliana Campos tras las rejas tiene que ver con una disputa que habría tenido con una de sus chicas por 140 dólares que le recibió a uno de sus clientes.
La mujer es identificada en la investigación como Andrea Gallego y todo habría ocurrido a inicios del mes de julio en la isla de Cholón, en una fiesta en un yate. Ahí un extranjero le habría dado a Gallego el dinero, aparte de lo que ya había pagado a “La Madame” por sus servicios.
Ante esto Campos discutió con la chica y le quitó el dinero. Ahora ella es testigo clave en el proceso en contra de la red de prostitución de ‘La Madame’, a quien le imputaron los delitos de tráfico de persona, concierto para delinquir e inducción a la prostitución.