Juan Pablo Barrientos defiende su investigación "Dejad que los niños vengan a mí"
El periodista reafirma su trabajo e insiste en que los dos últimos arzobispos de Medellín encubrieron y protegieron a algunos sacerdotes acusados de pederastia y abuso de menores.
Por: Juan Pablo Barrientos
Entiendo la molestia de los seguidores del padre Carlos Yepes. No es un tema fácil y es natural la incomodidad o la decepción de los creyentes ante tales denuncias sobre su guía espiritual.
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Sin embargo, me llama la atención que nadie se indigne por los otros casos denunciados en la investigación y que toda la atención se concentre en el padre Carlos Yepes; no en los otros sacerdotes denunciados y tampoco en las víctimas.
Hasta ahora la Arquidiócesis de Medellín solo ha enviado el mismo comunicado que emitió previo a la entrevista con el arzobispo de la ciudad —el primero de marzo—. En la comunicación no se desmiente ninguno de los casos.
Voy a responder a todas las dudas frente al tratamiento que se le dio al caso del padre Yepes. Lo primero que hay que decir es que sí busqué al sacerdote. Rechazó mis llamadas y no me contestó cuando intenté contactarlo al teléfono del directorio arquidiocesano, cuyo número fue confirmado en la curia y por otras dos fuentes de la investigación. También le envié un mensaje. En el sitio web de La W pueden encontrar las capturas de pantalla de estas gestiones.
El arzobispo Ricardo Tobón tomó nota de todos los sacerdotes por los que le pregunté en la entrevista y dijo que hablaría con ellos. Con los que hablé sabían perfectamente que los estaba buscando. Otros desaparecieron y nunca me respondieron. En los últimos 40 días viajé cuatro fines de semana a Medellín, me reuní con más de cincuenta fuentes y confronté las denuncias. Siempre quise tener la versión de la parte y la de la contraparte. ¿Por qué habría querido obviar al padre Yepes? En el directorio arquidiocesano aparece sin nombramiento pastoral y a quienes les pregunté no me supieron dar razón de él.
Repite el padre Yepes en la entrevista a La W que yo le dije por el interno que no lo había buscado. Mis compañeros periodistas que estaban en la redacción escucharon que le dije todo lo contrario: que lo había buscado mucho y que no pude contactarlo. ¿Por qué inventar tal historia como argumento de entrada?
Para este trabajo he tenido que hacer las preguntas más duras de mi carrera. Tuve encuentros muy difíciles con sacerdotes, entrevistas incómodas. No me dio miedo confrontar a ninguna fuente. Eran muchísimos más los sacerdotes sobre los que existían evidencias sobre abuso. Sigo investigando otros casos mientras he desechado algunos más porque no tienen un soporte sólido.
Sobre mi paso por Teleantioquia, el padre Yepes mencionó en la entrevista un incidente con una periodista del canal que lo buscó en 2012 porque, según ella, la línea del noticiero era investigar casos de pederastia. Más adelante cuando le pedí al padre que me dijera quién fue la periodista, se retractó y dijo que eso no lo decía ella. Insistió en que ella sí lo buscaba pero desistió de hacer la nota porque «ahí no había nada».
Hace dos fines de semana, previamente a la publicación de la investigación, estuve departiendo con mis entonces colegas del noticiero: Jorge González, Eliana Úsuga y Diana Vélez; a quienes pregunté por la periodista que trabajó la historia del padre Yepes. Nos imaginamos varios nombres, pero no recordamos. De ese entonces recuerdo claramente que recibí llamadas de altísimo nivel para detener la investigación periodística. Ah, Jorge, Eliana y Diana estuvieron conmigo en todos los consejos de redacción. Ellos pueden dar fe de si mi línea editorial o directriz alguna vez fue perseguir al padre Yepes o enfocarme en casos de abusos. Sé que Jorge, Eliana y Diana, quienes son superiores a mí en todo sentido, jamás habrían permitido que yo abusara de mi cargo para hacerle daño a alguien.
Cuenta la periodista Claudia López, en su muro de Facebook, que fue ella quien habló con el padre y decidió que ahí no había nada. “Le di mi punto de vista al director”, escribe. No sé si solo habría hablado con el sacerdote o si también contactó a la supuesta víctima. Me imagino que sí, ella es una periodista muy seria.
Al criterio de la periodista se suman las llamadas de la arquidiócesis, la alcaldía y la gobernación, a través de las directivas de Teleantioquia, para que esa investigación muriera. Y así fue. Yo entendía perfectamente la importancia del padre Yepes. Investigar una denuncia contra él acarrearía consecuencias.
A Hernán Morales, quien acusa al padre Yepes de abuso, lo conocí en 2001, pero nunca hablamos. Volví a escuchar de él hace apenas algunos días cuando por intermedio de un allegado suyo me escribió, pues había escuchado la campaña de expectativa sobre la investigación en La W. El 13 de marzo llamé a Hernán David y le dije que viajaría a Medellín ese fin de semana y que me gustaría escuchar su historia. Así fue, nos encontramos en el restaurante El Acontista, cerca al Centro Colombo Americano, el 15 de marzo. Lo primero que me entregó cuando nos vimos fue el documento de retractación ante la Fiscalía. Me dijo que lo hizo porque la fiscal del caso le advirtió que terminaría en la cárcel, que lo mejor que podía hacer era retractarse y hasta le sugirió el texto. Hernán David ya había denunciado al padre Yepes y el arzobispo lo admitió en la entrevista. Dicha denuncia no prosperó, cuenta Hernán David, pues el delito había prescrito y era imposible demostrarlo porque sucedió hace más de 20 años. Un examen de Medicina Legal tampoco podría demostrarlo. Ni en el caso de Hernán ni en el de nadie.
Entonces sí, yo conocía ese documento e indagué por él en la entrevista que le hice a Hernán David. Decidí publicar con el criterio de pensar en un ciudadano, que a sus 30 años, sin abogado, se enfrenta a una institución poderosa que no quiere una sola mancha sobre su imagen. Sin recursos y con la advertencia de una fiscal, según cuenta él, era imposible denunciar. ¿Es posible que la historia de Hernán sea falsa? No lo sé. La Fiscalía no ha investigado. Archivó la investigación que interpuso Hernán David porque fue hace más de veinte años. Y a la del padre Yepes le dieron trámite, no investigando a fondo la historia de Hernán, sino advirtiéndole que podría terminar en la cárcel en caso de no retractarse.
Sumando esto y la presión de 2012 para no publicar la denuncia tuve herramientas suficientes para publicar una historia consistente.
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Antes de grabarlo, Hernán David me contó su historia dos veces. Y sí, también le pregunté por la diferencia en las fechas de los supuestos abusos. Si nació en 1982 y el padre estuvo en El Salvador en 1993, Hernán tendría 11 años, no 8 o 9 como él dice recordar. En la grabación de hora y media, sin editar, le cuestioné eso. También pensé: alguien que se esté inventando una historia cuadra perfectamente los tiempos. Y comparé: muchas de las víctimas que he escuchado en esta investigación no recuerdan el momento exacto del supuesto abuso. Si de inconsistencias se trata, en la entrevista en La W el padre Yepes dice que es falso que conoció a Hernán en El Salvador; también dice que no lo recuerda.
Insisto, no soy yo quien debe darle crédito o desechar la historia de una supuesta víctima. En el marco de una denuncia creo que a esa supuesta víctima no se le han dado las garantías para contar su historia y por eso decidí publicar su nombre y algunos minutos de su narrativa al aire.
Entiendo que el padre Elías Lopera también esté molesto por haber incluido su nombre en esta investigación, cuando hace dos años, con los mismos criterios y ante la negativa del padre Lopera de salir al aire, La W decidió publicar la denuncia del señor Jairo Cardona. Vale la pena aclarar que no hay nada nuevo frente al padre Lopera, solo se quería mostrar algo que hasta ahora no se tenía, y es la opinión del arzobispo Tobón al respecto. Reitero que hablé con el padre Lopera en Medellín y niega todo lo narrado por el señor Cardona en La W.
Esta investigación se ha basado en pruebas documentales y testimoniales. En el caso del padre Carlos Yepes, ni al aire, ni en la descripción de su caso en la web, se le acusa de ningún delito. Se presenta el testimonio de la supuesta víctima tras evaluar los criterios anteriormente mencionados. Si ese relato es falso o cierto, le corresponde a la Fiscalía General investigarlo, no intimidar a la supuesta víctima. Entiendo que ahora el señor Morales cuenta con una defensa legal sólida por si se concretan las anunciadas denuncias del padre Yepes en la entrevista con La W, que enhorabuena se dio gracias a su llamada, en la que pudo encarar a su supuesta víctima y acusarme de una infamia calculada.
Lamento los miles de insultos que he recibido. Me impresiona también que no haya una indignación similar por ninguno de los otros casos denunciados. No les indigna que el arzobispo de Medellín haya recomendado y autorizado a un sacerdote ya suspendido por pederastia para trabajar en los Estados Unidos. Y que además haya mentido sobre el caso en esta entrevista. No les indigna que un sacerdote de la iglesia a la que defienden, juzgado por pederastia, haya pagado parte de su condena en Casa Cural por Cárcel, y que siguiera administrando los sacramentos sin haberle informado a la comunidad. Y que ahora siga ejerciendo como si nada. Sí, a pesar de ya haber pagado su insignificante condena.
Todos estos insultos provenientes de seguidores del padre Yepes me recuerdan la respuesta del juzgado que condenó al padre Castrillón tras recibir 5000 firmas de feligreses que defendían a su líder espiritual: «Nos encontramos frente a una sociedad arraigada a los principios de la fe cristiana, que, como bien lo dice el señor Fiscal Tercero Delegado, puede vislumbrar las acusaciones de los infantes como un “sacrilegio en contra de un ministro de la Iglesia”, empero, la judicatura se aleja de dichas concepciones religiosas y sigue fiel, como es debido única y exclusivamente a lo probado en el proceso. Y es que, con el debido respeto que se merece el señor defensor del procesado, qué sentido tiene para una causa penal en la que se debate la responsabilidad de una persona en un delito contra la integridad sexual de dos menores, que los creyentes manifiesten que su líder espiritual es una persona íntegra que nunca atentaría contra la moral de la Iglesia, ¿es que acaso los devotos de la Iglesia conocen la vida íntima del sacerdote? O ¿Conviven con él las 24 horas del día?».
Que la Fiscalía investigue, esta vez con una defensa sólida por parte de la supuesta víctima, y que el padre Yepes pueda presentar su férrea defensa contra las acusaciones de la persona a la que llama «el demonio». Cuando esa investigación concluya, tanto La W, como todos los medios de comunicación que han cubierto esta historia, informarán su resultado.
Esta discusión se ha personalizado y los insultos e historias que han circulado sobre mí, antes que detenerme, me motivan más a seguir haciendo mi trabajo. No me avergüenza ni mi pasado ni mucho menos mi presente. Pasó igual en septiembre de 2014, cuando con un equipo de periodistas investigamos las denuncias contra la Iglesia del Dios Ministerial de María Luisa Piraquive. Recibí varias denuncias penales, pero también el apoyo incondicional de decenas de sacerdotes católicos que celebraron esa investigación, aunque me reprochan la que hago hoy sobre su iglesia.
Juan Pablo Barrientos
P. D.: Doy gracias a las decenas de personas que han escrito y que están dispuestas a hacer públicas sus denuncias sobre casos de abuso de menores por parte de sacerdotes católicos. Por ahora tengo que concentrarme primero en la defensa legal de mi trabajo, tras la denuncia que el padre Carlos Yepes anunció. Estoy listo.
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